Hola lector amigo,
Hoy quiero hablaros de algo que me he dado cuenta viene aconteciendo casi a diario en mis austeras pero no por ello poco excitantes vacaciones urbanas. Hace tiempo me prepare a pasar dos semanas de vacaciones sin salir de mi ciudad, Barcelona. Es durante este mes de agosto, como sabéis, cuando la mayoría de habitantes de la urbe decide emigrar por tiempo finito en busca de pastos más verdes o de mares más cristalinos. Sin embargo, también es durante estos días cuando miles y miles de habitantes de otras ciudades del mundo vienen a Barcelona a pasar sus días de merecido descanso.
Mi plan de vida para estas vacaciones era claro. Con voluntad espartana levantarme por la mañana para ir a correr, hacer un poco de pesas en el gimnasio y un poquito de piscina, después irme a la playa hasta la tarde y el resto del día no hacer nada. Mi cuerpo trabaja pero mi mente se ha sumido en un letargo profundo y no es capaz de resolver ni el Sudoku más simple, no le apetece y hace bien. Mi mente también se dedica a repetirle a mi cuerpo que tenga cuidado con sus años y la respuesta y recuperación del segundo no son lo que eran, pero bueno lo importante es participar y parece que ambos han llegado a un acuerdo en el que se sienten más o menos cómodos.
Pero lo curioso de todo esto es que durante mis carreras matutinas por el parque Güell, me he fijado en unos visitantes curiosos que aproximadamente a las 8 de la mañana ya pueblan prácticamente toda su superficie. Los ojos rasgados , la tez amarilla y las cámaras Nikon les hace inconfundibles. Pues bien, lector amigo, durante estos días he entrado en contacto con estos visitantes de la forma más curiosa que os podáis imaginar. Puesto que yo voy corriendo por el parque me he visto obligado a sortear a estos curiosos personajes haciendo zig zags, quiebros, pasos atrás y toda suerte de extraños driblings para un corredor de fondo, el resultado de todo este periplo es que me he ido colando inevitablemente en un montón de fotos niponas. Se cuando me cuelo en una foto porque algunos rien, otros murmuran y los más aguerridos chillan “Omatase shite sumimasen!!”, “Hikooki wa moo tachimashita yo!!!” , Al principio yo les contestaba sin dejar de correr, puesto que con una sola clase de Aikido no me atrevía a enfrentarme a cien japoneses cabreados por mi intrusión en sus souvenirs fotográficos. “Hijos de puta por si acasooo” les gritaba apretando el paso, puesto que intuía que sus frases debían ser igualmente ofensivas.
Pero pronto me di cuenta de sus caras de perplejidad, su ojos curiosos y su afán por conocer nuestra cultura, y sucedió el otro día cuando tras un salto felino para evitar colarme una vez más en una instantánea, uno de ellos , un chico joven que venía hacia mi de frente me hizo señas de que por favor parara un segundo. Me detuve dispuesto a luchar hasta la muerte ante una horda de modernos samurais con Nikon, adopte la postura de defensa que me enseñó Miguel (Ver “Aikido y el Último Samurai” en este mismo Blog , en abril) . Pero aquel chico me indicó por señas que no había venido a luchar y que lo único que quería era hacerse una foto conmigo, respiré aliviado, me hice una foto con él y pronto otros se acercaron para hacer lo mismo, total unas cinco o seis fotos , un montón de gracias y me marche porque sino me di cuenta de que echaba la mañana allí haciendo fotos. Una de dos, o me confundieron con Ronaldinho cosa que veo improbable o es que son raros.
Otra teoría, es que después de varios días colándome en sus fotos, cientos de Japoneses hayan vuelto a Tokio , Osaka o Kioto, han enseñado las fotos a sus amigos y allí estaba yo en las posturas más inimaginables. Me imagino la conversación que aquí os traduzco:
-Murata-son, Kochira wa Gaudi-san desu. (Murata, hijo, ven que te enseño las fotos de Gaudi)
- Hajimemashite. kochira desu. (y éste quien coño es??).
- Hai soo desu. mo gakusei desu ka, desu ka. (este es uno que siempre corre por allí, es una atracción del parque, muy típico, muy típico).
- Lie. (ah)
Total que supongo que de tanto correr por el parque, las nuevas hornadas de turistas japoneses me deben ver como una atracción más. He pensado que si esto sigue así, voy a empezar a cobrar por las fotos (¿que queréis? soy español y a los turistas hay que exprimirlos) … si la cosa se me da bien quizá deje mi trabajo y me dedique simplemente a correr por el parque todo el día haciéndome fotos con estos extraños visitantes , los del Sol Naciente.
PD: Esta historia es totalmente verídica, suposiciones aparte. Si alguien quiere comprobarlo solo ha de venir a correr conmigo por el parque…suelo ir a las 8 de la mañana, pero no vengáis a usurpar mi futuro negocio, la idea es mia.
Gracias de nuevo por leerme y hasta la próxima.
jueves, 9 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Entradas (Atom)